Que nadie de ustedes llore por mí, especialmente ustedes,
con los que yo he sonreído.
Ni bajen la cabeza con absoluta pena, no están de luto,
como si el féretro indujera el olvido
y ocultara todo lo que hemos vivido.
Recuerden.
No digan que he muerto,
que esta es la muerte.
Digan que he vivido,
disfrutando cada aliento mortal.
Hemos aprendido, trabajado y forjado.
Hemos buscado
lo que nuestras manos querían hacer.
En la búsqueda para elevarnos
a más nobles alturas.
Mi vida fue bendita
por haber vivido,
mi muerte fue santificada
por haber dado.
La vida para mí fue un desafío.
Por eso fui feliz al haber vivido.
Hoy quiero hacerte un regalo;
no es una cartera ni una corbata,
ni pañuelos ni tabaco.
¡Hoy te digo con el alma
que te quiero tanto, tanto...!
Por todas las madrugadas
que te robaron mis años.
Por el dolor de espalda
de trabajar a destajo.
Por el pan que me llevabas,
por las grietas de tus manos,
por el sudor de tu cara,
por tu esfuerzo sin descanso ...
iHoy te digo con el alma
que te quiero tanto, tanto...!
Por conducir mis pisadas
con mis primeros zapatos.
Por las piedras que quitabas
y hacerme un camino llano.
Por la luz y la esperanza
de tus ojos desgastados.
Por mostrarme las palabras
con la pereza del campo...
¡Hoy te digo con el alma
que te quiero tanto, tanto...!
Por el ayer y el mañana
que dibujaste en mis cuadros.
Por la infancia regalada
que viví con mis hermanos.
Por esas horas amargas
que mi juventud te trajo.
Por dejarme una almohada
de experiencia sin engaños.
¡Hoy te digo con el alma
que te quiero tanto, tanto...!
Por restaurarme las alas
y suavizar mis fracasos.
Por tu profunda mirada
de hombre sincero y honrado.
Por la savia que te guardas
para seguir a mi lado.
¡Hoy te digo con el alma
que te quiero tanto, tanto...!
Abre Papá la ventana
que voy a llegar temprano
la vida se hace liviana
cuando me das un abrazo.
A Dios doy gracias por ser mi padre.
Por tus reproches y consejos.
Por el bien que me enseñaste
y de mi ser siempre cuidaste.
Por ser padre bondadoso,
lleno de paz y sabiduría.
Porque amas la verdad.
Deseo no borrarte de mi memoria
y jamás olvidarme de ti.
Deseo guardar en mi memoria
aquellas cosas vividas,
aquellos instantes que jamás regresarán.
Quiero guardar esta mueca
de tu último momento,
y recordar esos, tus ojos
que no me verán más.
Momentos lindos y de tristeza
que poco supimos compartir.
Ahora estoy ante tu cuerpo inerte
sin saber que hacer o decir.
Te observo y mis lágrimas no dejan de correr,
te pregunto "¿Por qué tenías que morir?"
Había tanto por hacer, tanto por vivir,
tanto por decir ...
y ahora no me puedes escuchar.
Te veo ... veo como el tiempo se detuvo en ti.
Madre, que en tu seno cobijaste cada uno de mis sueños,
no sufras hoy por mi silencio.
Madre, que amamantaste con ternura cada uno de mis deseos,
no sufras porque hoy estoy en el cielo.
Madre, tú que con amor cuidaste cada uno de mis cabellos,
no me recuerdes con sufrimiento.
Tú, querida madre, que me diste las alas
para emprender este vuelo,
no quebrantes el amor incondicional
que sembraste en mi con tanto talento.
Porque siempre estaré a tu lado como la brisa,
como las estrellas, como en los sueños.
Viviré en ti cada uno de los momentos,
porque seré tu sonrisa,
seré tu mirada al cielo, seré cada súplica,
seré tu más fiel escudero. Por eso te necesito fuerte,
con esperanza y confiada en nuestro Padre Eterno.
Porque Él me ha llamado para ser su instrumento
y hoy, lleno de amor y heroicamente,
me siento orgulloso de poder serlo.
Que nadie de ustedes llore por mí, especialmente ustedes,
con los que yo he sonreído.
Ni bajen la cabeza con absoluta pena, no están de luto,
como si el féretro indujera el olvido
y ocultara todo lo que hemos vivido.
Recuerden.
No digan que he muerto,
que esta es la muerte.
Digan que he vivido,
disfrutando cada aliento mortal.
Hemos aprendido, trabajado y forjado.
Hemos buscado
lo que nuestras manos querían hacer.
En la búsqueda para elevarnos
a más nobles alturas.
Mi vida fue bendita
por haber vivido,
mi muerte fue santificada
por haber dado.
La vida para mí fue un desafío.
Por eso fui feliz al haber vivido.
Madre, que en tu seno cobijaste cada uno de mis sueños,
no sufras hoy por mi silencio.
Madre, que amamantaste con ternura cada uno de mis deseos,
no sufras porque hoy estoy en el cielo.
Madre, tú que con amor cuidaste cada uno de mis cabellos,
no me recuerdes con sufrimiento.
Tú, querida madre, que me diste las alas
para emprender este vuelo,
no quebrantes el amor incondicional
que sembraste en mi con tanto talento.
Porque siempre estaré a tu lado como la brisa,
como las estrellas, como en los sueños.
Viviré en ti cada uno de los momentos,
porque seré tu sonrisa,
seré tu mirada al cielo, seré cada súplica,
seré tu más fiel escudero. Por eso te necesito fuerte,
con esperanza y confiada en nuestro Padre Eterno.
Porque Él me ha llamado para ser su instrumento
y hoy, lleno de amor y heroicamente,
me siento orgulloso de poder serlo.
Que nadie de ustedes llore por mí, especialmente ustedes,
con los que yo he sonreído.
Ni bajen la cabeza con absoluta pena, no están de luto,
como si el féretro indujera el olvido
y ocultara todo lo que hemos vivido.
Recuerden.
No digan que he muerto,
que esta es la muerte.
Digan que he vivido,
disfrutando cada aliento mortal.
Hemos aprendido, trabajado y forjado.
Hemos buscado
lo que nuestras manos querían hacer.
En la búsqueda para elevarnos
a más nobles alturas.
Mi vida fue bendita
por haber vivido,
mi muerte fue santificada
por haber dado.
La vida para mí fue un desafío.
Por eso fui feliz al haber vivido.
Hoy quiero hacerte un regalo;
no es una cartera ni una corbata,
ni pañuelos ni tabaco.
¡Hoy te digo con el alma
que te quiero tanto, tanto...!
Por todas las madrugadas
que te robaron mis años.
Por el dolor de espalda
de trabajar a destajo.
Por el pan que me llevabas,
por las grietas de tus manos,
por el sudor de tu cara,
por tu esfuerzo sin descanso ...
iHoy te digo con el alma
que te quiero tanto, tanto...!
Por conducir mis pisadas
con mis primeros zapatos.
Por las piedras que quitabas
y hacerme un camino llano.
Por la luz y la esperanza
de tus ojos desgastados.
Por mostrarme las palabras
con la pereza del campo...
¡Hoy te digo con el alma
que te quiero tanto, tanto...!
Por el ayer y el mañana
que dibujaste en mis cuadros.
Por la infancia regalada
que viví con mis hermanos.
Por esas horas amargas
que mi juventud te trajo.
Por dejarme una almohada
de experiencia sin engaños.
¡Hoy te digo con el alma
que te quiero tanto, tanto...!
Por restaurarme las alas
y suavizar mis fracasos.
Por tu profunda mirada
de hombre sincero y honrado.
Por la savia que te guardas
para seguir a mi lado.
¡Hoy te digo con el alma
que te quiero tanto, tanto...!
Abre Papá la ventana
que voy a llegar temprano
la vida se hace liviana
cuando me das un abrazo.
A Dios doy gracias por ser mi padre.
Por tus reproches y consejos.
Por el bien que me enseñaste
y de mi ser siempre cuidaste.
Por ser padre bondadoso,
lleno de paz y sabiduría.
Porque amas la verdad.
Hoy quiero hacerte un regalo;
no es una cartera ni una corbata,
ni pañuelos ni tabaco.
¡Hoy te digo con el alma
que te quiero tanto, tanto...!
Por todas las madrugadas
que te robaron mis años.
Por el dolor de espalda
de trabajar a destajo.
Por el pan que me llevabas,
por las grietas de tus manos,
por el sudor de tu cara,
por tu esfuerzo sin descanso ...
iHoy te digo con el alma
que te quiero tanto, tanto...!
Por conducir mis pisadas
con mis primeros zapatos.
Por las piedras que quitabas
y hacerme un camino llano.
Por la luz y la esperanza
de tus ojos desgastados.
Por mostrarme las palabras
con la pereza del campo...
¡Hoy te digo con el alma
que te quiero tanto, tanto...!
Por el ayer y el mañana
que dibujaste en mis cuadros.
Por la infancia regalada
que viví con mis hermanos.
Por esas horas amargas
que mi juventud te trajo.
Por dejarme una almohada
de experiencia sin engaños.
¡Hoy te digo con el alma
que te quiero tanto, tanto...!
Por restaurarme las alas
y suavizar mis fracasos.
Por tu profunda mirada
de hombre sincero y honrado.
Por la savia que te guardas
para seguir a mi lado.
¡Hoy te digo con el alma
que te quiero tanto, tanto...!
Abre Papá la ventana
que voy a llegar temprano
la vida se hace liviana
cuando me das un abrazo.
A Dios doy gracias por ser mi padre.
Por tus reproches y consejos.
Por el bien que me enseñaste
y de mi ser siempre cuidaste.
Por ser padre bondadoso,
lleno de paz y sabiduría.
Porque amas la verdad.